Marcas de una vida

No les llame arrugas. No a las mías. Son las trincheras que han servido como refugio en mis mil y una batallas.

Usted verá ojeras, pero no son sino hondonadas donde rompen los mares de mis ojos. Bahías de lágrimas, de una arena oscurecida por noches sin luna.

¿Ceño fruncido? ¿Una media sonrisa? Son solo líneas que demuestran el vaivén de mis emociones. Gráficas grabadas en piel que reflejan la fluctuación de los sentimientos.

No me hable de curvas, por favor; valiente eufemismo. Son el sacrificio con el que cargo, como preparación para la siguiente emboscada. Kilos de resistencia ante los embates de la vida, que azotan cíclicamente sin poderlos detener. Mis líneas de flotación, aquellas que no dejarán que me hunda consumida y convertida en hueso.

Disculpe, no son signos de la edad. Son las marcas de una vida.

Dime con quién andas…

No, no me lo digas. Ni a él, ni a nadie. Tus compañías no van a decirnos quién eres, quizás aún no lo sepas ni tú.

Puede que prefieras estar sola; siempre o a ratos. Puede que andes de la mano de quien mejor sepa guiarte de cada día. Tal vez andes siempre junto a la misma persona, o a lo mejor tienes tu pequeño grupo de compañeros caminantes, en quienes apoyarte a cada paso.

Cuando andes, recuerda: cabeza alta. Y no por cuestión de orgullo, sino para que quien te encuentre, con quien sea y donde sea, se dé de bruces con tu mirada. Oblígales a enfocar TUS ojos, y no los de tu acompañante. Oblígales a medir TUS pasos, no a compararlos con el resto de huellas del camino. Haz que te hablen de frente, a ti, y solo a ti.

No, no los digas. Simplemente, sigue caminando con quien quieras. Exprime cada zancada y aprende de cada metro de ruta. Solo así, al final, llegarás a saber quien eres. Y solo así, al final, nos lo podrás contar. Si quieres.

Tres kilos y un colchón

Te huelo el pelo. Te escucho respirar. Pego mi frente a tu maraña de pelo, a la altura de donde creo que estará tu frente. Paso un brazo por encima de ti y entonces lo veo; me veo.
Veo perfectamente tu cuerpecito de medio metro a mi lado; recuerdo tus escasos 3 kilos que no hundían el colchón.
Siento la paz, se van las ganas de desaparecer.
Siento el tiempo transcurrido, mido cada centímetro y kilo que has ido ganando. Pienso en cómo esos años también han ido marcándose en mí.
Pero, durante ese maravilloso momento, todo me da igual. Todo compensa, vale la pena. Repetiría ese todo una y mil veces; porque no hay nada mínimamente comparable.
Gracias, mi vida, por ponerme en mi sitio. Por darme la perspectiva y arrancarme las ganas de ese lugar tan oscuro en el que las tenía secuestradas.
Ni tú ni yo somos perfectas. But this love is real blind. Nadie como tú. Ningún amor como este.
Descansa, amor, ya no hay monstruos aquí. Solo estamos tú y yo.

Mi COVID19

No puedo armonizar palabras, ni crear un texto. Solo llego a poner por escrito las ideas y los sentimientos que vengo encontrándome estos días. Solo a escupirlas por puro desahogo, como si de un listado de asuntos pendientes se tratara.

  • La vida es dura, pero también es cruel. Más aún con quienes más años con ella acumulan. Nuestros mayores no se merecen sufrir así.
  • La sociedad, como masa de entes, no deja de sorprenderme. Para bien y para mal.
  • Oigo bien alto el canto de los pájaros a cualquier hora del día.
  • No he fumado ni he tomado más medicación de la que debiera.
  • Estoy orgullosa de mi madre, hasta niveles infinitos. Es tremendamente doloroso verla soportar un peso con el que, a veces, parece que no puede. Pero es incalculablemente reconfortante ver cómo lo remonta y se hace aún más fuerte.
  • La Tierra nos ha hecho parar para poder recuperarse. No volvamos a ponerla en la misma situación o el castigo será peor.
  • Hago yoga.
  • Engordaré, pero no he caído en atracones ni picoteo.
  • Consigo mantener mi ansiedad en niveles óptimos.
  • No me acostumbro a la falta de contacto físico con mi familia.
  • Me siento a gusto en casa. Me siento a gusto en MI casa.
  • Agradezco los momentos de soledad.
  • No me cuido, pero estoy dejando que mi piel descanse.
  • No leo, no escribo, no estoy creando. No trabajo más de la cuenta ni me estoy formando.
  • Pinto mandalas porque me lleva a un nivel de relajación y desconexión que no conocía.
  • Me encuentro meditando sin querer.
  • La radio está encendida durante prácticamente todo el día.
  • Estoy tranquila.
  • Lavo mucha ropa.
  • No suelto el móvil. Consulto continuamente Instagram y Twitter, pero apenas hago caso a Whatsapp o al email.
  • Elijo aún con más escrúpulo los medios a través de los que (creo que) me informo.
  • Me alegro con cada nueva noticia de cualquiera de mis contactos.
  • Estoy tranquila.
  • Estoy agradecida.
  • Mi mayor miedo es infectarme y no poder ver a mi hija.
  • Me importa menos que nunca verme más fea que nunca.
  • No bebo.
  • No escucho música ni veo la televisión.

Y esta es mi vida a mitad de lo que de momento será nuestra cuarentena. Creo que ya nadie duda de que el dichoso virus dejará huella en todos nosotros, de una u otra forma. Así que animo a todas a hacer un ejercicio similar; un momento de autoreflexión muy placentero que, espero, disfrutéis.

Él es mi padre

Las madres son seres extraordinarios, como caídos del cielo, todopoderosas e irremplazables.
Pero, ¿y los padres? Parece que viven eclipsados bajo la sombra de sus esposas, bajo un caparazón de mayor dureza y frialdad.

Parece que nunca les llamas a ellos, aunque son siempre quienes responden primero y esperan ansiosos que les digas que estás bien.
Probablemente no te lo cuenten, pero comparten con otros su angustia cuando no lo estás.
Aunque no sepan qué llevas puesto, siempre te recordarán que debes abrigarte.
Quizás no cocinen tanto o tan bien, pero se asegurarán de que nunca falte de nada en tu casa.
Tal vez no sea a quienes elijas para una sesión de desahogo o de confidencias, pero estarán escuchando detrás de alguna puerta y esperándote con el beso y el abrazo más reconfortantes del mundo.

¿Quién te enseñó a nadar, a andar en bici, a dar tus primeros toques con el balón? ¿Quién se sentó contigo, paciente, a tomarte la lección o a ayudarte con los deberes?
Retrocedo aún más. ¿Quién te contaba cuentos antes de dormir o te enseñaba las constelaciones? ¿Con quién aprendiste todas esas especies de pájaros y peces?
Sin dejar de agarrar fuerte tu mano, te ayudaban a superar límites y a llegar más allá de lo que habrías imaginado (en muchas ocasiones, bronca con tu madre mediante).
Pongamos que es abuelo… ¿Quién es el superhéroe favorito de tu hijo/a? ¿Quién se desvive y madruga todo lo necesario para cuidar de sus nietos? ¿Quién juega con ellos/as paciente e incansablemente?

Lo suyo también es amor incondicional.
Yo tengo la suerte de haber tenido un padre así. Sólo puedo decirle: gracias, aita, te quiero infinito

BRUJA

Atadme a la hoguera
que separa el mal del bien.
Esa tan brillante,
esa tan cruel.

Dejad que me engulla,
escuchadme crepitar.
Calor asesino
que os purificará.

Mirad la cera humana 
derritiéndose entre la leña.
Castigo de vuestra voluntad
para una bruja bella.

Mi alma consigue huir
por un resquicio de cabeza
que aun sin consumir
corona esa pira lastimera.

Mi alma vuela y vuela
hasta encontrar vuestro perfil .
Os mira y ríe:
<<Las brujas nunca morimos así>>

YouTube ME!!!

I thought I would have never be brave enough to do this… but I’m glad to announce that you can listen to one of my fav songs sung by me on Youtube!

A close friend of mine managed to introduce me to his music world, so I started singing some choirs and second voices for him. Eventually, he conviced me to record a couple of singles, singing exclusively by myself.

As part of his next project, he really wanted me to make those songs public under my nickname LB Galore. Thus… so embarrased and worried… I said yes!

I hope you all enjoy it!

My own moral: “Think big and positive, you never know what you’ll end up getting!”